Presidentes de partido sacaron una dura declaración en la que cuestionaron el papel jugado por el PC en la votación del reajuste y el timonel comunista respondió reclamando por el trato discriminatorio, apuntando directamente al Gobierno, al asegurar que en el fracaso del veto presidencial la responsabilidad no es solo de los partidos y parlamentarios.
Por: www.elmostrador.cl
El agua no llega al río, pero casi. El oficialismo está en un punto crítico, con las confianzas políticas rotas y el sentido de coalición en tela de juicio, como no había sucedido hasta ahora. En la Nueva Mayoría y en La Moneda asumen responsabilidades compartidas en el fracaso rotundo que tuvo el veto presidencial el martes en la tarde en la Cámara de Diputados, para sacar adelante el reajuste al sector público, pero eso no subsana los problemas de fondo: la ausencia de liderazgos gubernamentales y políticos que conduzcan efectivamente al conglomerado, como la tensión entre los socios del pacto que dejó en esta vuelta totalmente aislado al PC, convertido en el amenazado por convivencia de la coalición.
“Esta segunda derrota política del Gobierno fue tan lamentable como bochornosa, escenificando con inusitada crudeza la irrelevancia y vacío de poder de esta administración”, sentenció ayer el abogado y columnista, Jorge Navarrete.
Un análisis que coincide con lo que ayer se escuchó durante toda la jornada en la Nueva Mayoría y en el seno de Palacio: que la situación actual es el reflejo y la consecuencia de la debilidad de la conducción política a todo nivel en el oficialismo, con ministros que carecen de piso y peso político para amarrar, alinear y ordenar eficientemente a su coalición, debido a los errores de diseño y de gestión que cometen, pero también con presidentes de partido incapaces de ordenar a sus huestes, neutralizar a los díscolos y asegurar la disciplina política.
Veinticuatros horas después del descalabro en el Congreso y de un sinfín de reuniones en La Moneda entre los ministros políticos y en el Congreso entre parlamentarios, además de igual número de llamadas telefónicas entre el Ejecutivo y la Nueva Mayoría, finalmente en la tarde de ayer se tomaron algunas decisiones no menores.
Primero, La Moneda resolvió suspender la reunión que tenía agendada con su conglomerado para consensuar las prioridades de la agenda legislativa para el último tramo del Gobierno, una cita que había surgido como parte del nuevo trato entre los partidos y Palacio, tras las tensiones que atravesaron las últimas semanas.
Segundo, a petición de la presidenta de la DC, Carolina Goic, en su rol de coordinadora de la coalición, La Moneda citó a un comité político de emergencia entre los cuatro ministros políticos –Mario Fernández (Interior), Nicolás Eyzaguirre (Segpres), Marcelo Díaz (vocero) y Rodrigo Valdés (Hacienda)– y los timoneles de la Nueva Mayoría, cuyo único punto en la tabla es la crisis que se desató con el rechazo del reajuste del sector público y la vía de solución posible, a tres semanas exactas de que se venza el plazo legal para promulgarlo.
Y tercero, el gesto público de casi toda la coalición. Previo a que se anunciara dicha cita, todos los timoneles de la Nueva Mayoría, con excepción del líder del PC, Guillermo Teillier, firmaron y difundieron una declaración pública en la que reconocieron el esfuerzo que había hecho el Gobierno en materia de reajuste; respaldaron la gestión del ministro Valdés; asumieron su cuota de culpa en no poder garantizar la disciplina de sus bancadas para evitar que diputados de todos los partidos oficialistas se sumaran al rechazo del veto y, junto con hablar de “evitar medidas populistas” que no están acordes con el escenario económico actual, criticaron la conducta de la bancada comunista “de votar en bloque en contra de su propio Gobierno, fuera de los márgenes de lo acordado por todas las colectividades”.
Par de frases que, lejos de aportar a la solución de la crisis, implicó un portazo público de la coalición a uno de sus socios y literalmente incendió la pradera del oficialismo, agudizando la tensión de las relaciones en el seno del conglomerado.
Es que pasaron no más de dos horas para que Teillier leyera en el Congreso –flanqueado por el resto de la bancada PC allí presente– una declaración pública en la que cuestionó la “referencia discriminatoria e inaceptable hacia nuestro partido con la intención de asignarle la principal responsabilidad” en lo sucedido esta semana; habló de trato discriminatorio hacia su colectividad, “sin consulta previa y en situaciones complejas”; que era evidente que el veto presidencial se habría rechazado igual con o sin ellos y reiteró que jamás comprometió los votos comunistas ante La Moneda, sino solo “el empeño de hacer lo posible” por lograr un consenso en torno a la propuesta de Hacienda.
Teillier fue duro al sentenciar públicamente que la senadora Goic lo llamó solo una vez para comentarle que se estaba preparando un documento, en circunstancias que en ese mismo momento –recalcó– la declaración de la Nueva Mayoría ya estaba siendo difundida. El timonel comunista dejó en suspenso su participación de hoy, que será decidida antes de las 14 horas por las instancias partidarias de rigor.
“Tratar de endilgarle una responsabilidad mayor o principal al PC para mitigar la responsabilidad de otros, no nos parece el camino correcto. Consideramos que las responsabilidades son compartidas y no solo de los partidos y los parlamentarios”.
Es que no solo el PC apunta a los errores cometidos por los ministros del comité político, principalmente en el diseño para enfrentar la difícil situación del reajuste al sector público. En la Nueva Mayoría y en el propio seno de La Moneda se apuntaba a la equivocación de enviar el veto presidencial el martes a primera hora, precipitando con ello la votación, sin haber contado y chequeado antes si realmente estaban o no todos los votos que se necesitaban, en vez de tratar de salvar contrarreloj la situación, con el resultado ya conocido.
“El problema es la forma como se hacen las cosas desde el Gobierno”, dijo un diputado oficialista.
En la mira
La jornada de ayer fue un intenso cruce de recriminaciones, acusaciones y explicaciones entre los parlamentarios, los partidos y el Ejecutivo. Entre los diputados que rechazaron el veto presidencial aseguraron que una de las razones detrás de sus votos fue que, ante la evidencia de que no habría votación en bloque del oficialismo y que varios se descolgarían por no compartir los criterios del Gobierno –partiendo por el PC–, optaron por no estar dispuestos a pagar el costo político de apoyar el guarismo del 3,2%, que en la práctica realmente convencía a muy pocos, una situación que en La Moneda asumieron como efecto dominó.
Pero en los análisis internos de Palacio se llegó a la conclusión de que hubo una responsabilidad ministerial clave, razón por la cual no se puede culpar de todo al PC. Se asume que hubo una “falta de ingeniería política” y una “incapacidad para cuidar los detalles políticos relevantes”. Tras revisar una y otra vez lo conversado en la cena del lunes en la noche, como las declaraciones públicas de rigor tras el encuentro, en La Moneda asumieron que los comunistas no mienten y que es efectivo que nunca comprometieron los votos de su bancada, solo la voluntad de tratar de buscar un acuerdo y que fue desde el Gobierno que se dieron apresuradamente las garantías públicas de tener amarrada la aprobación del veto presidencial.
Pasadas las 11 de la noche del lunes, Teillier salió a los patios de La Moneda y dijo textual ante las cámaras: "Yo creo que nadie está satisfecho con el acuerdo. Lo que nos compromete este acuerdo, es a buscar las posibilidades de que se apruebe el reajuste. Yo no sé cómo va a votar mi bancada, voy a discutir con la bancada mañana (martes) y en ese momento vamos a determinar".
Luego, salió el ministro Díaz y declaró: "Hemos alcanzado un acuerdo con los presidentes de los siete partidos de la Nueva Mayoría sobre el reajuste, esto se va a traducir en un veto que vamos a ingresar el día de mañana (martes) a tramitación en la Cámara de Diputados y esperamos que esto se traduzca en la aprobación del reajuste al sector público en el Congreso (…). No ha sido fácil, hemos tenido que emplear tiempo y trabajo para construir este acuerdo y nos parece una buena noticia".
Es por estas expresiones que Teillier, en su declaración pública de ayer, recalcó que aquí no había solo responsabilidades partidarias y parlamentarias, punto que –dijeron en Palacio– explicó durante toda la mañana a autoridades de La Moneda. “Desde el punto de vista del Gobierno el tema del veto no fue bien cerrado, por lo tanto, no podemos exigir nada, porque si bien es verdad que hubo una falta grave a la disciplina política, aquí no se rompió la palabra empeñada”, sentenció un alto asesor palaciego.
Entre varios de los asistentes a la reunión del lunes en la noche, la versión del PC tiene asidero, porque reconocen que en la práctica en esa conversación solo se habló del acuerdo de los timoneles para “maximizar todos los esfuerzos” en pos de lograr un acuerdo y que nadie se hallaba en condiciones reales ese día de asegurar la unanimidad de los votos de sus bancadas, porque todos los dirigentes estaban en antecedentes de que contaban a su haber con al menos algunos rechazos.
Dicho eso, en Palacio explicaron que en sus declaraciones el ministro Díaz trató de dar una señal de fuerza política y “fraseó” lo sucedido como un acuerdo ya conseguido, lo que no era tan cierto.
La timonel socialista, Isabel Allende, llegó a La Moneda pasadas las 19:30 horas para reunirse con Díaz, conversación que se prolongó por cerca de dos horas.
El descalabro político que gatilló el segundo rechazo del reajuste, revivió la presión por un inminente cambio de elenco gubernamental. Más aún, si los partidos ya asumieron su cuota de culpa por su incapacidad de imponer disciplina, es indispensable que La Moneda haga lo propio con un ajuste en el equipo político, porque es la única forma de “resetear” y tratar de partir de cero.
“Se requiere un cambio del comité político ahora, ya que, aunque las cosas no mejorarán, al menos hay que intentar llegar a la orilla”, agregó el analista Jorge Navarrete, quien de paso puso el foco también en la “irresponsabilidad de la oposición”, que –según él– ha tenido un “comportamiento tan miserable como pequeño, traicionando, de paso, todo cuanto dicen defender y promover: un adecuado y moderado gasto fiscal”.
¿Vía de solución?
En medio de todos los análisis, conversaciones y declaraciones públicas, el presidente de la Cámara de Diputados, Osvaldo Andrade, puso sobre la mesa una alternativa que permita asegurar una fórmula de reajuste al sector público, a pesar del fracaso del proyecto gubernamental en el Congreso. La idea la socializó transversalmente con parlamentarios de la Nueva Mayoría –incluido Teillier, quien la destacó públicamente– y se mandó el mensaje del contenido de la propuesta, antes de hacerla pública, a La Moneda.
"Aquí hay una idea, tómenla o déjenla", dijo Andrade. "Que se entregue a los trabajadores del sector público, un bono de $1 millón anual en cuatro cuotas trimestrales de $250 mil para quienes tienen un ingreso de hasta $550 mil. Respecto de aquellos trabajadores que ganan más de $550 mil y hasta $900 mil, se les entregue un bono de $600 mil anual en cuatro cuotas trimestrales de $150 mil", detalló.
La propuesta no debería tener problemas de financiamiento, porque está hecha sobre la base de los fondos contemplados en el proyecto gubernamental inicial y, además, responde a una fórmula muy similar que ya se aplicó una vez, durante el primer mandato de Bachelet.
El diputado PS agregó que “el 3,2 % fue rechazado con votos de una parte de parlamentarios de la Nueva Mayoría y la abstención de la derecha impidió que los trabajadores públicos tuvieran Reajuste Salarial. Los chilenos deben saber que, al no existir reajuste, no se reajustan los montos de la subvención escolar, los aportes a la educación superior. Es muy fácil votar que NO, por dios que es fácil, pero hay que hacerse cargo y yo me estoy haciendo cargo con esta propuesta”, afirmó.
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